jueves, 15 de agosto de 2013

Perdónanos Neruda, sabemos lo que hacemos

Advertencia:
Este poema se hace de a tres, como todo lo bueno.


Rojo: Federico Jerez
Verde: Clara Inés
Negro: Quien viste y calza


Esta noche puedo escupir los versos más
negros, contagiar la
desolación de quien vive
con la permanente sensación
de que todo está muerto alrededor
Abrir viejas heridas
cubiertas por miles de pequeñísimas alfombras
hechas de angustias infantiles

Puedo transmitir la desesperación
de no creer en un hoy
- en ninguna de mis - mañanas,
la incapacidad de reir, la incapacidad de correr,
de alzar la frente,
la lágrima que inunda la almohada

Puedo describir la noche: nublada
oscura la noche y el suelo frío,
y tiritan a lo lejos azules los mendigos,
Podría pedirles que me canten su canción
tomarla prestada, traerselá, tocársela,
y sumir a toda esta habitación en la melancolía
de no tener una cama, un techo, un cuerpo siquiera
sobre el cual dormir, al final del día.


Esta noche puedo escribir los versos más dulces
pero están tan quemados como ...
los versos más tiernos o
los versos sobre lo lindos que son
los golden retriever
con su pelo color cerveza en el balcón
en un cálido día de sol(edad),
y las suaves almohadillas de sus patas:
único lugar por donde transpiran
                                   (tienen cosquillas)


Descarto rápido esa idea porque me dijeron
que uso la cursilería como escudo y pienso que
esta noche debería escribir los versos
más sabios y recomendar
una mochila un dedo y viajar
a todo aquel que la rutina
convirtió en un autómata sin corazón
agitarle el avispero a los que
tienen un departamento en el
barrio del comfórt, que en vez de hacer lo que
en verdad disfrutan pasan más tiempo
clickeando megusta’s
envalontar a los falsos enamorados a
dejar el estereotipo de lo que mamá
papá la abuela el barrio los pibes
la sociedad entera piensa que es normal
o está bien, y seguir su corazón,
si me querés respetar
respetar su corazón
respetame cogiendo
Y a los verdaderos, a los verdaderos
a no aflojar en la búsqueda
del número perfecto  (1,1,1, 3!)
Esta noche puedo tomar un tren y dejar que
la brisa y el tiempo sean los mejores compañeros
que un poeta pueda pedir
para escribir los versos que te lleven
a donde quiero tenerte

Pero prefiero esta noche escribir los versos
que más me gustan de vos, garabatos
con el filo de mi lengua bañada en vino/ron/whisky
en los renglones de tus últimas costillas, tus pechos
tu cuello, tus ca
bellos tus risas  (escribime la biblia o el corán, algo que dure)
o morir entre tus brazos en el intento,
inocente de dejar una huella
en la tormenta de nieve que se desata dentro tuyo

Y los escribo:

Soy el encantador de las serpientes que atan tus muñecas
a los barrotes de mi cama-ring
el moisés que divide tus aguas
en dos
el domador de tu melena, la pantera
que no deja ir a su presa, sino que espera
y espera

espera que amanse la ventizca para seguir
escalando tu monte de venus
soy el rechinar de los resortes de tu cama, soy
el rubor que invade poco a poco tus mejillas
soy el rimmel corrido a la mañana
y tu cara despintada
                                                                      (despeinada)
soy el perfume que queda en tus sábanas cuando me voy

y el olor de tu piel bajo la ducha,
clavándo feromón-agujas en
mi órgano de Jacobson
soy el rostro hermoso que imaginaba de chico
pero nunca pudo ver
Blind Willie Johnson
El ronroneo de tu gato polidáctil
durmiendo en tu escritorio
y las muchas colillas
en tu cenicero

la empleada del secyóp que se ratonea
cuando te ve cruzar esa puerta


soy todas las noches estrelladas
que tus ojos archivaron a lo largo de tu vida


soy tu trastorno bipolar raptándote de mis
brazos en medio de la noche
los versos que jamás escribiré para vos (los versos que jamás me animé a escribirte)

prefiero

los cuadros que pintando te hacen sublimar
en cada pincelada, un matiz de tu locura, en cada trazo,

la lágrima
que inunda
la almohada