domingo, 26 de agosto de 2012

21 de agosto - Por primera vez


Por primera vez las cosas empezaban a encaminarse.

Volviendo a la calidez del hogar se encontraron.
Casi sin darse cuenta,
se reconocieron por su forma de andar
(en la llovizna)
Las miradas conversaban a medida que se acercaban
(se funden) a la esquina
Primero tímidas, un poco más sueltas después,
fueron subiendo de tono hasta arder (en caricias)
más fuerte que (los cuerpos)
en el segundo previo a la explosión
que resonó (entre las gotas) ensordeciéndo
toda la manzana,
pero en la que aquellos lo suficientemente atentos
pudieron percibir (buscan)
dos latidos (perderse) coordinados
El chapoteo sonaba en la misma escala que sus tacos, pero en
distinto tiempo. Las miradas conversaban a medida que se alejaban de la esquina, ya no tan tímidas. La temperatura de sus cuerpos volvía añicos los cristales de las casas a medida que pasaban junto a ellos.
Ella estaba todavía más linda bajo sus sábanas de hace dos semanas.
Reescribieron la historia del universo sin palabras, haciendo sonar sus cuerpos más fuerte que la explosión que hacía un rato había ensordecido toda la manzana.
Y él no pudo evitar sonreír
cuando todavía extasiada se acurrucó sobre su pecho buscando la región más cómoda, respiró
profundo y fue dejándose llevar por la somnolencia que le sigue al éxtasis.
Y otra vez. Dos, tres, pataditas nerviosas que le indicaban que ya no le pertenecía, que se le había vuelto a escapar después de conseguir lo que quería. Entonces no le quedaba más remedio que mirarla y sentir como el calor de sus cuerpos se volvía un solo abrigo para los dos.
A la hora se despertó friolenta, y él todavía despierto le confesó cosas
irrepetibles.

- ¿En qué pensás?- le preguntó tras culminar su monólogo y sentirse observado. Ella sonrío y lo miró tiernamente antes de contestar, como hacía cada vez que acomodaba las palabras en su cabeza.
- En que tenés el don de decir las palabras justas en el momento justo
- Discrepo - sentenció, aunque pensó que después de todo no estaba tan mal.
- A ver, retrucameló – sintió cómo la sangre le volvía al cuerpo
- Tengo el don de decir las palabras justas a los oídos justos-

Y aunque por segunda vez las cosas empezaban a encaminarse,
no pudo decir más nada frente a la censura de su boca.

3 comentarios:

  1. por favor sacá esa mierda que te hace poner antes de comentar porque es ilegible!! cada vez que te quiero comentar pierdo 20 minutos jajajajja

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