domingo, 26 de agosto de 2012

no hay casas del árbol para vos


Siempre quise una casa en un árbol como la de bart
Un refugio donde poder esconderme de nadie más 
que de mi mismo
Me tuve que conformar con una caja de madera
que doblaba mi altura
sobre el pasto

Tres paredes,
un piso, un techo;
clavos mal clavados,
una puerta con bisagras oxidadas.
Decorada por fuera con mis
pinturas rupestres de niño de seis años.
Por dentro no había más
que un teclado viejo
conectado a una family game de cartón,
-y cartuchos de cartón-
que se enchufaba a doscientosveinte voltios
de imaginación desinhibida
Una hoja blanca de papel a-cuatro siempre colgada en la pared
actuaba de visor de mi nave espacial
o de escotilla o de timón de mi barco
Cuando terminaba el juego
la arrancaba y la pared quedaba
desnuda para nuevas aventuras.
De repente fue la envidia y el placer de mis vecinos,
no dudaron en acompañarme a explorar
el espacio y el tiempo
dentro de la cápsula

Sumé una perra a la tripulación
Franca, cachorra de pastor alemán con orejas
caídas por su inmadurez
No tardó en masticarse la mitad de la popa
y la quilla del barco
dejando que escapen los controles de
la nave hacia el vacío y que crezcan
hacia dentro
las matas de mi patio,
el moho y más óxido

Un día a un tío muy yeta se le inundó la casa
se le prendió fuego y
se le cayó el techo encima
y como no se mató
me pidió mi casa para guardar sus escombros

No me quedó más opción
que ampliar ese espacio
al resto del mundo

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